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20.10.2010


Salud general

Influenza A H1N1

En abril de 2009 se identificaron los primeros casos de influenza provocados por el virus de la gripe porcina en Méjico. A partir de esa fecha, los medios de comunicación comenzaron a seguir de cerca la evolución de las cifras de casos que aparecían en todo el mundo, incluido Uruguay; números que otorgaron el carácter epidémico a esta enfermedad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la situación actual como pandemia -afectación global por un nuevo virus- de gravedad leve a moderada

Este virus reúne algunas particularidades:

  • Contrariamente a otros virus "porcinos", éste se transmite a humanos y entre humanos.
  • Las investigaciones subsiguientes han demostrado que se trata de un nuevo virus (H1N1) que incorpora genes de gripes porcinas de aves y humanos de Europa y Asia, entre otros.
  • En base a los casos que se presentaron hasta el momento, y comparándolos con otros virus similares, la impresión de los expertos es que por lo general se trata de una enfermedad leve e indistinguible de otras infecciones respiratorias virales habituales. Los diagnósticos se hicieron fundamentalmente en base a estudios de laboratorio, ya que los casos no se diferencian de otras infecciones respiratorias a nivel clínico.

    La transmisión se realiza -como en otras virosis respiratorias- mediante las gotitas que se esparcen al toser, estornudar y reír. El virus sobrevive horas en la superficie de objetos por lo cual deben extremarse las medidas de higiene en el entorno de los casos demostrados o sospechosos. El período de incubación -tiempo que transcurre entre el contagio y la aparición de los síntomas- varía entre uno y siete días. Los enfermos contagian desde un día antes de que los síntomas se hagan visibles hasta una semana después. Los niños pequeños pueden contagiar incluso 10 días después de enfermar.

    Los casos más severos ocurren en las llamadas "poblaciones de riesgo":

  • Niños menores de seis meses.
  • Niños portadores de enfermedades crónicas y debilitantes: insuficiencia renal, cardiopatías congénitas, desnutrición, HIV, diabetes, asma severo, parálisis cerebral, etc.
  • Mujeres embarazadas o que han dado a luz recientemente.
  • Adultos que padecen enfermedades inmunodepresoras similares a las señaladas para los niños y/u obesidad mórbida.
  • Suelen ser comunes a la mayoría de las infecciones respiratorias virales habituales de los niños:

  • Fiebre de grado variable; puede ser alta.
  • Decaimiento.
  • Falta de apetito.
  • Dolores musculares y articulares.
  • Resfrío y dolor de garganta.
  • Tos; seca al inicio y luego catarral.
  • Con menor frecuencia aparece diarrea y vómitos.
  • Los familiares o pacientes adultos deben estar alertas frente a síntomas de gravedad o de complicaciones, tales como:

  • Apneas -cuando la respiración se detiene-.
  • Frecuencia respiratoria elevada.
  • Cianosis -coloración azulada de piel y mucosas-.
  • Irritabilidad -el niño se muestra inconsolable-.
  • Depresión de conciencia -cuesta despertarlo-.
  • "Repique" de los síntomas después de una aparente mejoría.
  • Los niños menores de seis meses pueden presentar solamente fiebre y letargo -marcado decaimiento y llanto débil-.

    En muchos de los casos bastará con el tratamiento sintomático: reposo en domicilio, abundante ingesta de líquidos, vahos, desobstrucción nasal y descenso de la fiebre con dipirona, paracetamol o ibuprofeno. Para casos confirmados o de alta sospecha y con factores de riesgo pueden usarse medicamentos antivirales pero sólo bajo supervisión médica. Es importante aclarar que debe evitarse la automedicación por los posibles efectos secundarios. La duración del tratamiento es de cinco días y los mejores resultados se obtienen al iniciarlo entre las primeras 24 a 48 horas de enfermedad.

    Se dispone de una vacuna recomendada para: los grupos de riesgo ya definidos, el personal sanitario y el que trabaja con niños en centros educativos o deportivos, por ejemplo. La medida más efectiva pasa por la identificación precoz de los casos de alta sospecha y su aislamiento.

    El médico tratante valorará el cuadro clínico así como también la noción epidemiológica: la de contacto o viaje a zonas de riesgo. Hasta el momento no se recomienda el cierre de colegios u otras instituciones de enseñanza o de atención de niños, excepto en aquellos casos particulares en que el alto número de afectados impide su funcionamiento normal. La medida elemental es la identificación precoz de los casos sospechosos -entre los niños y/o el staff- y la indicación de que permanezcan en sus domicilios mientras tengan síntomas -no menos de una semana-. Tampoco deberían concurrir a otros lugares donde haya concentración de personas susceptibles como son los hospitales, sanatorios, consultorios médicos y odontológicos, cines, estadios, entre otros.

    Si un niño, o miembro del staff, inicia los síntomas en el centro de enseñanza se lo debe aislar en una habitación no concurrida y avisar a sus padres para que lo recojan y permanezca en domicilio. En todo lugar en el que convivan casos confirmados o de alta sospecha con personas sanas, deberán extremarse las medidas de aislamiento: uso de tapabocas, lavado de manos y limpieza de superficies y objetos de uso compartido. Estas precauciones son la forma más práctica de cortar la transmisión interpersonal.

    El ámbito escolar necesitará convertirse en el espacio idóneo para reforzar el conocimiento acerca de cómo se transmiten estas enfermedades y las medidas de prevención. Hay que enfatizar sobre: el uso de pañuelos descartables, la adopción de la costumbre de cubrirse nariz y boca al estornudar y/o toser como también el lavado habitual de manos con agua y jabón o el uso de alcohol en gel -efectivo contra bacterias y virus-.

    SUAT le informa sobre los riesgos de esta enfermedad y cómo prevenirla. Ante cualquier duda, consulte a su médico o a las autoridades sanitarias.

    Dr. Rafael Decuadro

    Pediatra SUAT

    Palabras clave: influenza, A H1N1, gripe

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