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19.10.2010


Salud general

Meningitis

Se denomina meninges a las membranas que recubren el sistema nervioso central -compuesto por el cerebro, el cerebelo y la médula espinal-. Entre estas estructuras y las membranas que las recubren se encuentra un fluido denominado líquido cefalorraquideo (LCR); ambos elementos -meninges y LCR- sirven de protección de esos órganos tan fundamentales.

Se llama meningitis a la inflamación de las meninges. En general, es originada por una infección; esta última puede ser provocada por virus -meningitis virales- o por bacterias -meningitis bacterianas-. Cualquiera de estos gérmenes alcanza las meninges luego de circular por la sangre desde una puerta de entrada al organismo que, habitualmente, se encuentra en las vías respiratorias superiores -garganta y nariz -. También lo hacen por contigüidad aunque no es tan habitual y suele desarrollarse desde una infección localizada en un oído o un seno facial. La importancia y gravedad de esta infección viene dada por la estrecha proximidad que existe entre las meninges y el encéfalo. Como éste también se ve afectado se podría decir que el nombre más apropiado de esta enfermedad sería meningoencefalitis.

Tienden a ser muy similares en ambos tipos de meningitis aunque los casos más graves e intensos son los provocados por las bacterias. La mayoría de las meningitis virales se curan solas en plazos variables y sin secuelas; por el contrario, las bacterianas no tratadas son casi uniformemente mortales.

Hay que tener presente que en los niños más pequeños se debe aumentar el índice de sospecha, ya que a veces el cuadro clínico es muy poco expresivo. Los recién nacidos y lactantes pueden no experimentar fiebre y sólo estar más irritables, con llanto difícilmente consolable o, por el contrario, poseer un llamativo decaimiento con adormecimiento casi permanente. Cuando hay fiebre, en general, es elevada. Los lactantes más grandes pueden llevar sus manos a la cabeza como manifestación de dolor, suelen rechazar el alimento y presentar vómitos. La fontanera o "mollera" puede estar saliente y tensa. En casos más graves o evolucionados aparecen movimientos anormales como convulsiones de todo el cuerpo o sólo partes. En los niños mayores el cuadro clínico es más expresivo y claro: fiebre alta, dolor de cabeza intenso, malestar ante la exposición a luz intensa o ruidos fuertes y vómitos reiterados y "en chorro". Si se intenta flexionar pasivamente el cuello se encuentra resistencia y dolor. El niño puede estar deprimido o irritable y con llanto fácil. En algunos casos de meningitis meningococica aparecen manchas en la piel, de color rojo vinoso, que varían desde pequeñas -tipo picadura- a mayores -de varios centímetros de diámetro-. Las manchas no se borran al presionarlas y constituyen lo que, habitualmente, se llama púrpura.

El diagnóstico se sospecha por la clínica y necesita ser confirmado de urgencia a través de un examen que consiste en analizar una muestra de líquido cefalorraquídeo extraído por punción lumbar. Este procedimiento se hace bajo sedoanalgesia; por lo tanto, el niño no siente dolor. La confirmación por el examen del líquido se logra en una hora o poco más y la identificación del germen responsable lleva entre 24 y 48 horas, ya que deberá ser cultivado en medios especiales a partir de lo extraído. Otros exámenes que se realizan están destinados a valorar la respuesta del organismo y, en particular, las posibles complicaciones.

El tratamiento se inicia inmediatamente porque la precocidad es fundamental para lograr una buena evolución; incluso se lleva a cabo antes de obtener el resultado del examen -en algunos casos el líquido, que normalmente es claro e incoloro, se presenta turbio y esto prácticamente confirma el diagnóstico-. Los antibióticos son el eje fundamental del tratamiento; se emplean a dosis elevadas mediante vía intravenosa y por un lapso mínimo de 10 días. Una vez obtenido el resultado del cultivo se identifica el germen causal y se puede modificar o no la elección del antibiótico.

Los protocolos de tratamiento que se inician precozmente cubren la gran mayoría de los gérmenes causales y sus posibles variedades. El resto del procedimiento se adecua a cada caso y está dirigido a apoyar el combate de la enfermedad y evitar complicaciones. De los virus que causan meningoencefalitis sólo se dispone de tratamiento para uno en especial que es el herpes. Los demás casos se curan por la respuesta defensiva de la persona y en plazos variables que pueden llevar entre una y dos semanas; la mayoría de las veces no hay secuelas.

Los virus que suelen provocar la meningitis son: los poliovirus, enterovirus, virus de la papera y virus herpes. Por otra parte, las bacterias causantes de esa enfermedad varían con la edad del niño:

  • En los recién nacidos: Estreptococo grupo B, Eschirichia coli y Leisteria monocytogenes.
  • Mayores de un mes y hasta la adolescencia: Hemophilus influenza tipo B, meningococos y neumococos.
  • Contra todos existen vacunas que previenen, en mayor o menor grado, la ocurrencia de meningitis y otras enfermedades graves provocadas por estas bacterias. La eficacia de las inoculaciones es variable pero significativa. Algunas integran el "Certificado esquema de vacunación": antihemofilus B, antineumococica (polivalente), entre otras. La antimeningococica se administra cuando hay riesgo de epidemia y su eficacia varía según la edad del niño.

    Por otro lado, cabe tener presente que los microbios pueden colonizar las vías respiratorias superiores sin provocar enfermedad -portadores sanos- y actúan como posibles difusores de los gérmenes al entrar en contacto con personas susceptibles. El contagio se produce por la tos, los estornudos y la risa o por contacto directo entre personas -beso, estrechar la mano, compartir vasos o mate y objetos manipulados por la persona enferma o portadora-. Como en todas las enfermedades infecciosas de transmisión aérea preponderante la permanencia en espacios cerrados en estrecho contacto con un enfermo o portador aumenta las chances de contagiarse: locales escolares, campamentos, clubes deportivos. De todos los microbios nombrados, el meningococo es el único que puede adquirir características epidémicas.

    SUAT recuerda una vez más la importancia de consultar al médico ante cualquier duda para evitar graves problemas de salud. Por esta razón, es importante recalcar el papel primordial que tiene la prevención.

    Dr. Rafael Decuadro

    Pediatra SUAT

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