Para obtener una buena conservación es recomendable guardarlo en un lugar fresco y oscuro; de esta manera, se logra evitar que el bulbo se seque. En el momento de la compra, se sugiere observar y optar por los bulbos que se encuentren firmes y con la piel seca.
Aporte nutricional
Cada 100 gramos de ajo se obtiene un aporte de alrededor de 140 kilocalorías; éste consiste principalmente en agua, carbohidratos, proteínas, fibra, vitaminas y minerales.
El ajo cumple varias funciones en el organismo:
Por consiguiente, su consumo está recomendado para todas las personas que sufren hipertensión y las que padecen problemas digestivos. Además, su ingesta está relacionada con cierta protección o inmunidad contra algunos tipos de cáncer.
Consumo y preparación
El ajo se emplea en varias preparaciones y, principalmente, como condimento. Se suele incorporar entero, picado o como puré -la última opción presenta un sabor más intenso-. Como sustituto del entero, es habitual la utilización del extracto líquido, ajo en polvo o la sal de ajo, ya que son variantes más suaves.
Este alimento suele incluirse como aderezo para ensaladas, sopas, quesos, carnes, pastas y verduras. Además, tanto el pan como las cacerolas se pueden frotar con un diente de ajo pelado con el fin de dar sabor a las preparaciones y disminuir el consumo de sal.
Un consejo esencial, para evitar que el ajo se torne amargado, radica en no cocinarlo demasiado; esta sugerencia adquiere mayor relevancia cuando se preparan platos que incluyen pescados, pollo, carnes o papas porque suelen demandar tiempos de cocción prolongados.
SUAT te invita a llevar a cabo una dieta rica y saludable, y te recuerda que es fundamental consultar con un especialista para elaborar un plan alimentario a la medida de tus necesidades particulares.
Lic. Magela Mallada
Nutricionista de SUAT