Síntomas
Luego de producido el contagio tiene lugar el período de incubación -entre 30 y 50 días-. Los niños más pequeños presentan pocos síntomas: fiebre -no muy elevada-, dolor de garganta, músculos y articulaciones y decaimiento. Estos síntomas persisten durante unos pocos días y en casi todos los casos se produce la curación sin complicaciones. El cuadro clínico más característico y orientador es el que se ve en escolares y adolescentes: fiebre -puede ser elevada-, dolores articulares, dolor de garganta y marcado decaimiento. Al examinarlos se encuentran los ganglios inflamados -sobre todo en el cuello- y agrandamiento del bazo -órgano abdominal ubicado a la izquierda y bajo las costillas-. La garganta puede mostrar placas casi indistinguibles de las que se ven en las anginas "pultáceas". Si el niño recibe amoxicilina o ampicilina, por indicación médica o automedicación, existe la posibilidad de que aparezca una erupción en el tronco. En algunas oportunidades, se desarrolla inflamación del hígado con dolor espontáneo o a la palpación a la derecha del abdomen y por debajo de las costillas. Afortunadamente, en la gran mayoría de los casos la enfermedad no pasa de los síntomas que se acaban de describir. Los niños se recuperan en un plazo variable de una semana a 10 días y sin secuelas.
Existen formas atípicas de presentación de MI, entre las cuales se destaca el cuadro febril prolongado -más de 10 a 15 días- y sin estar acompañado por otro síntoma. En niños inmunodeprimidos pueden verse formas graves de la enfermedad con afectación respiratoria, cardíaca y del sistema nervioso.
En adultos jóvenes se describe un síndrome de fatiga crónica que en una época se atribuyó al virus de EB; aún no se ha podido demostrar que ésta sea la causa, pero en hasta el 10% de los jóvenes que padecen MI persiste un estado de fatigabilidad fácil durante semanas o meses.
Diagnóstico
Se sospecha por el cuadro clínico descrito anteriormente y se confirma mediante los exámenes de laboratorio:
Complicaciones
Por lo general, no aparecen complicaciones pero cuando suceden se da lo siguiente: encefalitis -afectación del cerebro-, problemas con los nervios motores -síndrome de Guillain-Barré- y afectación de las plaquetas de la sangre -células que intervienen en la coagulación-. Una complicación poco común, pero potencialmente grave, es la rotura del bazo cuando éste se encuentra muy agrandado y el niño sufre un traumatismo abdominal -por ejemplo, jugando-; por este motivo, se recomienda reposo en ese tipo de cuadros.
Tratamiento
Como en la mayoría de las enfermedades virales lo único que se indica es un tratamiento sintomático -es decir, bajar la fiebre, hidratarse bien y hacer reposo- hasta la resolución de los síntomas.
Si mantienes cualquier duda relacionada con esta enfermedad de la infancia puedes consultar con los pediatras de SUAT.
Dr. Rafael Decuadro
Pediatra de SUAT