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01.04.2021

Consejos médicos

La enfermedad de Parkinson. Parte 1

Consiste en un proceso neurodegenerativo, crónico y progresivo. Se caracteriza por la presencia variable de bradicinesia, rigidez y temblor que se relaciona con una disminución del contenido de dopamina a nivel de la sustancia negra del sistema nervioso central. Es una enfermedad que genera incapacidad y su curso logra modificarse mediante el tratamiento crónico; al mismo tiempo, es pasible de múltiples complicaciones que pueden llevar al individuo a la dependencia total.

Epidemiología

La incidencia de la enfermedad de Parkinson (EP) se incrementa con el paso del tiempo estableciéndose la edad media de comienzo en 62 años y con una incidencia máxima en el entorno de los 75. Es realmente extraño que suceda en las personas menores de 30 y solamente entre el 4 y 10% de los que tienen menos de 40 años sufren esta problemática.

Luego de la enfermedad de Alzheimer, la EP es la afección neurodegenerativa más común. Además, la incidencia es mayor en hombres que en mujeres y se manifiesta en todos los grupos étnicos.

Fisiopatología, neuropatología y patogénesis

En primer lugar, cabe mencionar que la EP se inicia al poseer un déficit de dopamina; existe una pérdida progresiva en la síntesis y en la disponibilidad de dopamina que llega al 60% en el inicio de la enfermedad y en los estadios finales llega al 95%.

En cuanto a la neuropatología, las lesiones se aprecian en el sistema nervioso central a nivel de la sustancia negra. Al microscopio aparece una zona sin pigmentación, además de la presencia de cuerpos de Lewy -de inclusión intraneuronales-, lo cuales son entendidos como hallazgos característicos pero no específicos.

Por otra parte, es importante tener presente que no se conoce realmente la causa final que induce la muerte de las neuronas dopaminérgicas de la sustancia negra. Se ha sugerido que la combinación de factores genéticos -es decir, predisposición genética- con factores tóxicos ambientales sería la que produciría la EP.

Manifestaciones clínicas

Una gran variedad de procesos puede cursar como parkinsonismo; en este contexto, la EP idiopática representa el 85% de todos esos casos.

El diagnóstico se basa únicamente en la clínica, ya que no existe ningún marcador analítico, neurofisiológico o de neuroimagen específica de esta enfermedad. Para esto, se emplean criterios clínicos que incluyen la presencia de bradicinesia -lentitud de movimientos- y al menos uno de los que aparecen a continuación: rigidez muscular, temblor de reposo, inestabilidad postural, asimetría persistente, buena respuesta a la levodopa y la exclusión de otras posibilidades diagnósticas.

La bradicinesia, la hipocinesia -disminución del movimiento- y la acinesia -desaparición de movimiento- son las manifestaciones que más afectan a las capacidades de las personas con EP. Se pueden dar de diversas formas:

  1. Dificultad en las actividades de la vida diaria: atarse los zapatos, levantarse de una silla o girar en la cama, entre otras.
  2. Micrografía: tendencia a escribir con letra pequeña.
  3. Hipomimia: escasa expresión facial.
  4. Hipofonía: reducción del volumen y tono de la voz.
  5. Congelación: incapacidad transitoria para ejecutar un movimiento activo. En general, durante la deambulación sucede que los pies quedan "pegados al suelo" y luego se "despegan" permitiendo que la persona continúe la marcha.

La rigidez muscular puede aparecer a nivel proximal -cuello, hombros y cadera- o distal -muñecas y tobillos-. Repercute predominantemente en los músculos flexores y esto genera la adopción de una postura parcialmente flexionada. Asimismo, el temblor suele ser de reposo y afecta a los miembros superiores e inferiores. Además, cabe agregar que hasta el 50% de las personas con esta enfermedad presentan temblor postural. En este punto, es importante diferenciar el temblor parkinsoniano del esencial; este último se presenta como un temblor de acción y no de reposo, es generalmente simétrico en las manos y puede afectar también a la cabeza y a la voz -lo que es muy poco habitual en la EP-.

La inestabilidad postural es consecuencia de una disminución progresiva del reflejo de enderezamiento de la postura y, finalmente, se origina un desplazamiento del centro de gravedad. Los trastornos de la marcha -ausencia de braceo, arrastre de pies, pasos cortos y una aceleración conocida como festinación- y la inestabilidad postural aumenta el riesgo de caídas en las personas que padecen EP.

Durante el curso progresivo de la enfermedad, se puede instalar una variedad de síntomas relacionados con la afectación del sistema autonómico: visión borrosa, hipotensión arterial postural, alteraciones gastrointestinales -trastornos deglutorios, disfagia y constipación-, incontinencia urinaria e impotencia sexual. Además, la piel presenta aumento de la humedad y es probable que aparezca dermatitis seborreica.

Las anomalías del humor, tanto la depresión como la ansiedad, son habituales en esta enfermedad. A eso se suma que la alteración cognitiva y la demencia suelen ser frecuentes en las personas con EP y, en varios casos, resulta difícil poder diferenciarla de otro tipo de demencia.

Otras alternativas diagnósticas

Dado que la evolución clínica de esta afección es progresiva, es importante considerar otras causas de parkinsonismo; en el transcurso de la EP se desarrollan períodos clínicos de estabilización que conducen a una dependencia total, además de la disminución en la esperanza y calidad de vida.

Si bien existe una larga lista de causas de parkinsonismo, en la práctica clínica es necesario tener presente dos situaciones: el parkinsonismo inducido por fármacos y el síndrome Parkinson-plus. El primero es potencialmente reversible tras la suspensión de fármaco suministrado, aunque pueden pasar varias semanas o meses hasta volver a la normalidad. El segundo se presenta con las siguientes características: inicio de la enfermedad con caídas o demencia, signos de parkinsonismo simétricos, alteración de la marcha a expensas de un aumento de la base de sustentación, movimientos anormales de los ojos y retención urinaria, entre otras. Los síndromes Parkinson-plus responden a la medicación antiparkinsoniana en forma escasa y cuenta con peor pronóstico que la EP.

En la próxima actualización encontrarás más información sobre la enfermedad de Parkinson, como por ejemplo: manejo terapéutico, tratamiento quirúrgico, farmacológico y no farmacológico, y logoterapia.

También puedes consultar en el link que aparece aquí en relación a una serie de consejos útiles para la obtención de una mayor calidad de vida de las personas que padecen EP.

La enfermedad de Parkinson. Parte 2

Dr. Oscar López
Médico de SUAT

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