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13.11.2020

Actualidad

¿Cómo afecta la diabetes a los adultos mayores y de qué manera evitarla?

La diabetes mellitus (DM) es una enfermedad crónica no transmisible, frecuente, de creciente prevalencia mundial y con gran impacto sanitario debido a su severidad y diversidad de complicaciones; se caracteriza por el alto nivel de azúcar en sangre crónico y la alteración en el metabolismo de los carbohidratos, lípidos y proteínas.

En el año 2015 unos 425 millones de personas padecían DM a nivel mundial. Se estima que en 2040, esa cifra se incrementará alcanzando a 642 millones; cabe mencionar, además, que más del 80 % de las muertes por diabetes se registra en países de ingresos bajos y medios.

La DM tipo 2 (DM2) es el más común y, por lo general, ocurre en adultos, aunque su frecuencia va en aumento tanto en niños como en adolescentes. Su prevalencia se incrementa con la edad, mientras que el envejecimiento poblacional está condicionando una marcada subida de la pandemia de diabetes en las personas de edad avanzada.

Población anciana con diabetes

Ante la gran heterogeneidad de este grupo etario, la DM2 se da en personas con variada capacidad funcional y cognitiva, diferente comorbilidad y expectativa de vida; por tal motivo, es crucial realizar una valoración global del anciano (Valoración Geriátrica Integral).

La diabetes en el anciano suele seguir un curso asintomático y la expresión clínica es habitualmente insidiosa y atípica, y a esto se le suma la presencia de múltiples enfermedades que pueden demorar el diagnóstico.

Una vez avanzada la enfermedad, múltiples órganos pueden resultar afectados y la manifestación clínica más habitual es el deterioro funcional contribuyendo con la aparición o agravamiento de síndromes geriátricos -caídas, incontinencia urinaria, depresión, y demencia- que repercuten en la independencia funcional y la calidad de vida, y generando otras complicaciones asociadas -como la hospitalización y la institucionalización-.

Factores de riesgo

Es necesario tener presente que existen diversos factores de riesgo para el desarrollo de la DM2 y estos son los siguientes:

  • Edad y sexo: la prevalencia de la diabetes aumenta con la edad. Es inferior al 10 % en personas menores de 60 años, y se sitúa entre el 10 y el 20 % en personas de 60 a 79 años. Además, hay una mayor prevalencia en varones de 30 a 69 años, mientras que en las mujeres suele suceder luego de los 70 años de edad.
  • Etnia: el riesgo de padecer diabetes es menor en caucásicos que en el resto de las etnias estudiadas.
  • Susceptibilidad genética: se registra un mayor riesgo de DM2 en descendientes de diabéticos. Cuando la madre es diabética o el padre es el que padece diabetes, el riesgo será similar y relativo; en cambio, es mucho mayor el riesgo si ambos progenitores tienen esta enfermedad.
  • Peso: el factor de riesgo más importante para la DM2 es el Índice de Masa Corporal (IMC) elevado.
  • Fármacos: el efecto de las diferentes clases de antihipertensivos en la incidencia de DM demuestra que los ARA-II y los IECA fueron los antihipertensivos menos asociados con la diabetes, seguidos por los antagonistas del calcio, los betabloqueantes y los diuréticos.
  • Inactividad física y sedentarismo: tanto el medio ambiente -la actividad física, la obesidad y la dieta- como los factores genéticos están involucrados en la presencia de la DM2. Se ha constatado que mantenerse en movimiento reduce el riesgo.
  • Tabaquismo: está asociado con un mayor riesgo de diabetes tipo 2. El consumo de cigarrillos empeora el control metabólico y los fumadores con diabetes requieren mayor dosis de insulina para conseguir un nivel de control metabólico similar al de los no fumadores. A esto se agrega que el riesgo de diabetes se incrementa con el aumento de los niveles de intensidad de fumar.

Diagnóstico y tratamiento

Las personas de edad avanzada con diabetes presentan una serie de peculiaridades que condicionan su diagnóstico y tratamiento: elevada comorbilidad -asociación de dos o más enfermedades-; presencia de síndromes geriátricos; alta prevalencia de polifarmacia -interacciones farmacológicas-; frecuentes situaciones de dependencia y aislamiento social; elevado riesgo de hipoglicemia; marcada heterogeneidad clínica en cuanto a la duración de la diabetes, comorbilidad, estado funcional y esperanza de vida; y problemas nutricionales, así como cambios en su composición corporal.

Respecto al tratamiento, además de realizar el automonitoreo de glucemia, se debe mejorar la calidad de vida, preservar la seguridad de la persona afectada y evitar los efectos adversos del tratamiento antidiabético. Estas acciones son claves en los adultos mayores y su tratamiento se basará en tres pilares esenciales: dieta, actividad física, y fármacos.

En cuanto a la dieta, la alimentación es fundamental y mediante ésta se buscará cumplir con los siguientes objetivos:

  1. Mantener o alcanzar un adecuado estado nutricional.
  2. Lograr un buen control metabólico manteniendo en rangos recomendados los valores de glucemia, perfil lipídico y presión arterial.
  3. Evitar la aparición de complicaciones agudas y enlentecer el desarrollo de las complicaciones crónicas.
  4. Permitir la adhesión de la persona afectada a un plan de alimentación adecuado a sus hábitos y posibilidades económicas que estén integradas al núcleo familiar y social.


Se aclara que el abordaje debe ser llevado a cabo por el especialista en nutrición e implicará un proceso que incluirá la valoración nutricional con el diagnóstico correspondiente, la intervención nutricional -con educación y consejería- y una evaluación y un monitoreo de todo el proceso.

Por otra parte, en cuanto a la actividad física, existe evidencia sobre la utilidad de programas adaptados de ejercicio físico de resistencia -con o sin ejercicio aeróbico complementario- en la población anciana, tanto en prevención de sarcopenia, caídas, y deterioro funcional como también en la mejoría del control glucémico y la calidad de vida.

Sobre los fármacos, al momento del diagnóstico se tendrá que iniciar el tratamiento farmacológico -con metformina- y simultáneamente implementar las modificaciones del estilo de vida. Dada la mayor predisposición a las hipoglicemias en los ancianos y sus graves consecuencias en esta población, se deberían priorizar las terapias antidiabéticas para minimizar el riesgo de hipoglicemia. En las personas con DM2 se aspira evitar la discapacidad -o en caso de que ésta haya aparecido, frenar su progresión- y los efectos secundarios del tratamiento -en especial, los que están más vinculados con el deterioro de la calidad de vida que son las caídas y la hipoglicemia, entre otros-.

Dr. Oscar López
Médico de SUAT

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