En primer lugar, la natación es uno de los deportes más completos y divertidos que, incluso, puede salvar la vida y evitar ahogamientos. Por ende, se sugiere aprender desde la niñez; de esta manera, se logrará que el pequeño le pierda miedo y se familiarice con el agua.
La frecuencia en menores de cuatro años debe ser de dos a tres veces por semana y con una duración de entre 30 y 45 minutos por clase, aunque esto dependerá de la edad y de su disponibilidad. En los programas de educación acuática se reconoce la importancia de la familia en este proceso de aprendizaje: el papel que cumplen los padres es fundamental mediante la atención afectiva y la trasmisión de seguridad y confianza.
Desde el punto de vista práctico, las piscinas tienen que cumplir con una normativa para garantizar que la actividad sea segura. En este sentido, lo ideal es que la temperatura del agua se ubique en 32 ºC, pudiendo variar un grado por encima o por debajo y en función de la estación del año. Asimismo, la cloración del agua deberá situarse entre el 0,5 y el 0,6 % -para los adultos, ese porcentaje asciende a uno-. Además, el área de la piscina tiene que ser climatizada y cerrada, al igual que los vestuarios, con el propósito de evitar el enfriamiento.
En cuanto a la actividad, se aclara que primero hay que permanecer en el agua por alrededor de 10 minutos para ir aumentando la duración en forma progresiva. El contacto con el agua se tiene que entender como un juego para que los niños aprendan divirtiéndose mientras toman conciencia de su propio cuerpo y sus capacidades e interaccionan con el resto con los compañeros y profesores.
Beneficios de la natación:
Por otro lado, la hidrogimnasia es una actividad que se recomienda puntualmente a las personas que no pueden hacer ejercicios en tierra por variados motivos -como el impacto, las lesiones, el sobrepeso o en los casos de los adultos mayores-. Además de implementarse en el agua, se suma una serie de elementos que ayudan a que los movimientos sean más efectivos; esto permite la relajación del cuerpo y disminuir el dolor.
El cuerpo pesa menos dentro del agua y eso se traduce en que tanto las articulaciones como la columna tienden a relajarse -no se contraen los músculos posturales y los de apoyo-, en tanto que otros músculos son utilizados con mayor intensidad. El esfuerzo físico se puede graduar gracias a la resistencia que el agua ofrece a los movimientos y, al mismo tiempo, el agua activa y estimula la circulación ante la presión que ejerce sobre la piel. La lista de beneficios contempla la mejora de la respiración y, por ende, del trabajo efectuado por el corazón al incrementarse la capacidad pulmonar y al favorecer el intercambio de oxígeno. Para lograr una efectividad aún mayor es aconsejable complementar este tipo de gimnasia con clases de natación.
Otras ventajas de la hidrogimnasia:
SUAT te invita a llevar un estilo de vida saludable y te recuerda que debes consultar con un especialista para evacuar dudas y recibir asesoramiento personalizado.
Dra. María Dutra
Médica de SUAT