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14.08.2013

Consejos médicos

Demencia vascular. Parte 1

La demencia vascular (DV) es generada por lesiones vasculares o por una deficiencia en la circulación cerebral -que es potencialmente prevenible-. No se trata de una entidad clínica sino de un síndrome porque las causas pueden ser múltiples, variadas y muy heterogéneas -incluyendo a las lesiones cerebrovasculares que pueden ser hemorrágicas, isquémicas o ambas-.

La incidencia de esta enfermedad aumenta con la edad de manera exponencial y, además, la reducción de la mortalidad favorece con la suba de la tasa de discapacidad luego del ataque cerebrovascular (ACV). Cabe decir que, posteriormente, a un ACV pueden aparecer diferentes complicaciones, tales como: epilepsia, depresión y deterioro cognitivo. Este último, es el que contribuye -con mayor frecuencia- a la tasa de discapacidad y su impacto, a largo plazo, es independiente de otro déficit neurológico focal -la hemiplejia, por ejemplo-. Es difícil establecer una relación causal entre ACV y demencia o excluir la posibilidad de que la enfermedad de Alzheimer sea la responsable del deterioro cognitivo que presentan los pacientes con enfermedad cerebrovascular. Sin embargo, se ha demostrado que esta afección es un factor de riesgo para el déficit cognitivo: cerca de una cuarta parte de los pacientes que sufren un ACV presentan demencia tres meses después.

Epidemiología

Probablemente la DV es la segunda causa más habitual de demencia, luego de la enfermedad de Alzheimer; el 39% de los casos de demencias se atribuyen a una causa vascular. Dentro de ese porcentaje hay que tener presente que alrededor del 50% se debe a enfermedades de pequeños vasos, el 23% a lesiones de grandes vasos y el 16% a ambas, y el restante porcentaje es por otros factores.

Clínica

El ACV y la edad son los dos factores de riesgo más importantes en cuanto al desarrollo de la DV, aunque también cobra relevancia la presencia de hipertensión arterial, diabetes y cardiopatía.

Factores de riesgo asociados con el desarrollo de demencia vascular:

  • Edad.
  • Bajo nivel educacional.
  • Hipertensión arterial.
  • Diabetes mellitus.
  • Historia de infarto de miocardio.
  • Historia de ACV.
  • Infartos cerebrales corticales.
  • Atrofia cerebral.
  • ACV de hemisferio izquierdo.
  • Lesiones de la sustancia blanca cerebral.
  • Incontinencia urinaria precoz.
  • Caídas.
  • La presentación clínica es muy heterogénea al depender del área afectada por la lesión vascular. Sin embargo, el perfil clínico de la DV hace énfasis en el inicio brusco de los síntomas, la relación con una isquemia cerebral y su curso fluctuante; aunque es fundamental aclarar que no siempre se encuentran estas características. Por el contrario, diferentes formas de DV expresan variabilidad en relación a su inicio -brusco o insidioso- y a su curso -estable, en remisión o progresivo-. Por otra parte, en ocasiones no se puede definir si el inicio ha sido brusco, así como un comienzo insidioso tampoco la descarta; además, se puede observar un curso fluctuante en otras demencias.

    De todas formas, en un sentido global se considera que la pérdida de memoria es menor que en la Enfermedad de Alzheimer -en los estadios iniciales- mientras se acentúan las alteraciones del humor. La labilidad emocional y la sintomatología depresiva suelen ser más habituales y asocian una mayor conservación de la personalidad. Cuando la demencia cursa una etapa avanzada puede ser indiferenciable con respecto a la Enfermedad de Alzheimer y la supervivencia es menor.

    Si bien no existe un cuadro clínico específico, las siguientes características apoyan el diagnóstico de DV:

  • Inicio brusco en los tres siguientes meses a un ACV y con un desarrollo escalonado.
  • Historia de caídas frecuentes o trastornos de la marcha.
  • Cambios de humor, depresión y labilidad emocional.
  • Signos neurológicos focales.
  • En el examen físico es relevante la presencia de signos neurológicos: trastornos de la marcha, enlentecimiento psicomotor, alteraciones esfinterianas y signología extrapiramidal. Es esencial considerar que los indicios claves para plantear el diagnóstico de DV surgen de las alteraciones encontradas en el examen cardiovascular. Si bien existe una serie de baterías neuropsicológicas específicas para el diagnóstico de DV, las pruebas más sensibles para su identificación son las que incluyen medidas de tiempos de realización, alteraciones en la planificación y secuenciación, así como aspectos motores del lenguaje.

    Fisiopatología

    Las alteraciones de las grandes y pequeñas arterias pueden conducir a un deterioro cognitivo, pero los mecanismos que generan esa alteración son muy diferentes y, por consiguiente, también sus síntomas y tratamientos.

  • Enfermedad de grandes arterias: La demencia puede aparecer como consecuencia de numerosos infartos en las regiones de las principales arterias cerebrales o por un infarto único estratégicamente localizado que interrumpa los circuitos necesarios para mantener las funciones cognitivas. Si las lesiones se dan en el hemisferio izquierdo dominante, esto ocasionará un riesgo -cinco veces mayor- de desarrollar demencia luego de un ACV.
  • Enfermedad de pequeñas arterias: Producen alteraciones de la sustancia blanca del cerebro y el efecto clínico de las lesiones perpetradas dependerá del daño que ocasionen dentro de los circuitos cerebrales. Cada vez hay mayor cantidad de evidencia en relación a que la DV resultante de una lesión de pequeño vaso es más frecuente que la debida a la lesión de grandes vasos.
  • Podrás encontrar más información vinculada a este tema en una próxima actualización.

    Dr. Oscar López

    Médico de SUAT

    Palabras clave: demencia, vascular, dv
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