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10.04.2014

Consejos médicos

El alcohol y los adolescentes

En esta instancia, SUAT te acerca información esencial para obtener una mejor comprensión de una de las mayores problemáticas de la actualidad. Con el objetivo de entender la situación que se vive hoy en día será necesario analizarla a través de las cifras estadísticas que describen esta realidad.

En Uruguay, según datos recientes, hay 260.000 personas que poseen consumo problemático de alcohol. El 53% de la población declara ser consumidor habitual de alcohol, indicando que a partir de 2006 se registró un aumento significativo de la ingesta. Cada uruguayo mayor de 15 años ingiere siete litros de alcohol puro al año. En la actualidad, el inicio del consumo es cada vez más precoz -tanto en hombres como mujeres- y se da a partir de los 13 años. Un 9% de jóvenes, de entre 15 y 29 años, mueren por causas relacionadas con la ingesta de alcohol. Las pautas de consumo en el mundo adolescente y juvenil han sufrido una serie de cambios durante los últimos tiempos a la vez que adquieren características peculiares y propias de este grupo etario.

La juventud, como regla general, no asocia el consumo de alcohol con los problemas que acarrea; piensan que obtendrán cambios positivos globales y no creen que esa sustancia tenga consecuencias negativas. Esa actitud da como resultado un mayor consumo durante el fin de semana porque es el momento en el cual las relaciones interpersonales se intensifican. Por ende, en este contexto se genera un mayor consumo social. Además, se puede decir que el alcohol es consumido, fundamentalmente, por el efecto que ocasiona. Al igual que otras drogas, esta sustancia posee un efecto socializante; el adolescente se siente parte de un grupo y parece estar más divertido, desinhibido, más libre y distendido. Con todos estos datos, se puede afirmar que el alcohol repercute directamente sobre la personalidad: algunos terminan logrando un efecto de euforia, otros se marean y no faltan los que experimentan mucho sueño. Siguiendo esta línea de pensamiento, también están los que aparentan ser más divertidos o se acercan a la persona que les gusta. Al mismo tiempo, algunos individuos se convierten agresivos y hasta pelean incluso con sus propios amigos. Generalmente, al consumir alcohol no se tienen en cuenta los graves efectos, tanto a nivel del sistema nervioso central -enlentecimiento de reflejos y reacciones que puede llegar hasta el coma etílico- como su toxicidad a nivel del hígado, aparato digestivo y corazón. Asimismo, las mujeres tienen menor tolerancia al efecto tóxico del alcohol; por lo tanto, los efectos son mayores con un consumo menor.

El papel de los padres y educadores

Para los progenitores se trata de un tema de enorme preocupación y angustia. Es por eso que el problema merece ser abordado de manera seria e imaginativa. El ejemplo es lo primordial en cuanto a lo que se espera por parte de los padres; hay que predicar con las acciones porque la imagen que transmita siempre tendrá más peso que las palabras que se puedan llegar a decir. Lo mismo sucede cuando los padres se quejan de que sus hijos no practican ejercicio ni leen, mientras los adultos llevan una vida sedentaria y carente de lectura. Otro aspecto fundamental es el hecho de tomarse el tiempo suficiente para conversar con los hijos que se están haciendo adultos y comienzan a tomar sus propias decisiones: educar es ayudar a crecer y no enunciar qué está bien y qué está mal. La mejor forma de ayudar a un adolescente a enfrentar las dificultades que plantea el alcohol es a través de un diálogo sincero; mediante esta vía el joven será capaz de encontrar una medida a la hora del consumo y también de negarse ante la presión de los pares. Los adolescentes que corren más peligro son los que carecen de adultos afectivamente cercanos y que les puedan ayudar a entenderse y a comprender el complejo mundo en el que viven.

A nivel de la educación, los docentes tienen una responsabilidad en lo que respecta a la información así como también sobre los recursos con los que el adolescente cuenta a la hora de asumir la ingesta de alcohol de una manera responsable. A través de programas de educación se puede dar a conocer los efectos positivos del no consumo; este pequeño matiz -remarcar los beneficios de la no ingesta en vez de hacer hincapié en los efectos negativos del consumo- haría que las medidas tuvieran una mejor acogida general y una mayor eficacia. Esto se puede llevar a cabo con una información realista que sitúe, en su término más justo, los "efectos reforzantes" del alcohol pero que, al mismo tiempo, muestre sus límites. Además, hay que prestar suma atención y aclarar que no son ciertas esas series de creencias que existen respecto al alcohol y que se han transmitido de generación en generación, tales como que el alcohol aumenta la potencia sexual, combate el frío o que puede ser utilizado con un fin terapéutico.

Responsabilidades del Estado

A éste también le compete un papel incuestionable en cuanto al control de la situación. Hay que utilizar medidas eficaces y no necesariamente son las más costosas. Por ejemplo, se puede abaratar el costo de las bebidas no alcohólicas y potenciar bebidas "exóticas" con menor o nulo contenido alcohólico pero que atraigan a los jóvenes a nivel visual. Por otra parte, se debe lograr imponer líneas de trabajo que obtengan que la edad de inicio del consumo habitual se retrase lo máximo posible; como consecuencia, tendrá una incidencia importante en la prevención de la ingesta problemática del alcohol. Es así que se presenta como fundamental el hecho de actuar sobre los espacios físicos en los que se mueve la juventud; una solución sería crear lugares similares a bares mientras se los pone en manos de grupos o entidades que permitan gestionarse de una forma diferente a los sitios habituales. Otra medida acorde sería la estimulación de programas que comprendan la presencia de educadores en los espacios que frecuentan los jóvenes. Como parte de la solución se presentan acciones determinadas: la sanción a los responsables de la venta de alcohol a menores y la prohibición de su comercialización después de cierta hora. Por último, es necesario estimular el debate entre las distintas fuerzas políticas para la creación de diversos programas juveniles de control y prevención de las adicciones.

SUAT te invita a que pongas en práctica, en tu núcleo familiar, las recomendaciones planteadas en esta oportunidad. La información es muy importante así como también la transmisión de estos conocimientos. El adolescente debe sentirse comprendido y tiene que saber que posee un espacio de diálogo con los adultos.

Dra. María Dutra

Médica de SUAT

Palabras clave: alcohol, adolescentes, adolescencia
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