Esta enfermedad consiste en la inflamación y consolidación, de origen infeccioso, del parénquima pulmonar. SUAT Emergencia Médica te acerca la información más relevante sobre esa afección haciendo foco en este grupo etario.
Pese a los avances terapéuticos, la neumonía adquiere gran importancia debido a que aún en estos tiempos el 75 % de los ancianos requiere de ingreso hospitalario; su incidencia es superior en las personas de edad avanzada en relación con los más jóvenes y este valor se multiplica en cuanto aumenta la edad de los individuos. Se trata de la primera causa de mortalidad por patología infecciosa en los adultos mayores y se ha demostrado que la edad es el factor pronóstico clave en la mortalidad de la neumonía a los 30 días de adquirida.
Factores de riesgo
El anciano es más susceptible de padecerla por los cambios anatómicos y fisiológicos que ocurren en el aparato respiratorio con el transcurso de los años. Los principales factores de riesgo son: el hábito tabáquico, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), la diabetes y la insuficiencia cardíaca. Igualmente, existen otros elementos frecuentes: la disfagia, la malnutrición, la confusión, el mal estado funcional, y una pérdida mayor del 10 % del peso corporal.
Cómo se adquiere
El desarrollo de neumonía depende fundamentalmente de la interacción entre las enfermedades de base de la persona afectada, su estado inmunitario-nutricional, y el medio en el que se encuentra. Con los años se incrementa la comorbilidad, disminuye la función y la reserva respiratoria, así como los mecanismos de defensa contra las infecciones, y también baja la capacidad de adaptación al estrés agudo.
La colonización orofaríngea por bacterias y la posterior aspiración traqueobronquial constituyen el mecanismo fundamental de producción de la neumonía. En cuanto a la aspiración orotraqueal, se asocia a los defectos en la deglución debidos a los trastornos neurológicos o por las alteraciones del estado de conciencia; estos se suman a otras alteraciones de los mecanismos de defensa pulmonar más frecuentes en la vejez -deficiencia del reflejo tusígeno y disminución de la expulsión de las secreciones, por ejemplo-, y otro aspecto de particular relevancia en la neumonía es la presencia de periodontitis crónica y caries. Las bacterias son los agentes infecciosos más habituales: el Streptococcus pneumoniae (neumococo) seguido por el Haemophilus influenzae.
Manifestaciones clínicas y diagnóstico
La presentación clínica suele ser sutil, insidiosa y, en ocasiones, atípica lo que dificulta el diagnóstico y ensombrece el pronóstico. Si bien los síntomas más frecuentes son la tos, la fiebre y la falta de aire (disnea), entre el 30 y el 50 % no presenta fiebre, mientras el 55 % la padece sin sufrir tos y el 45 % sin disnea.
Las manifestaciones clásicas pueden estar ausentes y ser reemplazadas por otras inespecíficas -como confusión, somnolencia, letargo, debilidad, caídas, deterioro funcional y anorexia-.
El diagnóstico etiológico (causa) continua sin poder establecerse en prácticamente la mitad de los casos, a pesar del empleo de las nuevas técnicas diagnósticas. Sin embargo, el neumococo sigue siendo el principal agente causal entre el 50 y el 65 % de los casos.
La radiografía de tórax se mantiene como la técnica esencial en el diagnóstico y se recomienda su realización ante la sospecha clínica porque permite confirmar el diagnóstico, detectar otras enfermedades o complicaciones y ayudar en el pronóstico.
Posibles complicaciones y medidas terapéuticas
Mas allá de las complicaciones de la propia infección se ha observado que las personas con neumonía sufren un deterioro funcional. Además del tratamiento antibiótico, otras medidas necesarias en el anciano son la rápida instauración de la oxigenoterapia y su control clínico, la correcta hidratación y nutrición, y la profilaxis del tromboembolismo.
Por otra parte, se ha demostrado que la movilización precoz -es decir, sentar a la persona afectada fuera de la cama durante un mínimo de 20 minutos e incrementar diariamente la movilidad en forma progresiva- disminuye la estancia hospitalaria. Y la prevención de aspiraciones debe iniciarse conjuntamente: las medidas posturales -elevación de la cabecera de la cama-, y la consistencia de la dieta y de prevención del reflujo gastroesofágico. Asimismo, una correcta higiene oral es eficaz y esto incluye pautas de cepillado de dientes y encías durante dos minutos, dos veces al día, cepillando también la lengua y, posteriormente, empleando enjuague con clorhexidina al 0,12 %.
El tratamiento antibiótico debe iniciarse con prontitud y mantenerse entre siete y 10 días; en algunos casos se podrá extender hasta 14 días.
Pronóstico y acciones preventivas
Los adultos mayores que sufren neumonía tienen una mortalidad más elevada a largo plazo; hay modelos de predicción de complicaciones que se aplican en la clínica y que resultan útiles para decidir la ubicación asistencial de la persona afectada. El inicio del tratamiento en las primeras ocho horas logrará bajar la mortalidad en personas de edad avanzada.
Cabe mencionar también algunas medidas preventivas muy importantes: la abstención tabáquica, la vacunación antigripal anual, así como la antineumocócica -al ser eficaces y seguras-.
Dr. Oscar López
Médico de SUAT
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