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28.04.2020

Actualidad

COVID-19 en los adultos mayores institucionalizados. Parte 2

En la entrega anterior se dieron a conocer las repercusiones que tiene la pandemia por coronavirus en los centros sociosanitarios y residencias, y también se explicó sobre las medidas necesarias para evitar su propagación y aplicar tratamientos en esos espacios. En la actual edición se hará hincapié en el nivel asistencial y se compartirán datos de guías y control de la infección.

COVID-19 es una enfermedad que ha ocasionado una pandemia en la cual los ancianos forman parte del grupo de riesgo. Igualmente, cabe señalar que la edad cronológica per se no es un motivo para desestimar su ingreso en la Unidad de cuidados intensivos: se destaca en este punto la edad biológica y el uso de escalas clínicas de fragilidad, índices de fragilidad y la valoración geriátrica integral para tal fin.

Para los casos de los adultos mayores es muy importante establecer, desde el ingreso, un plan de adecuación terapéutica y documentarlo en la historia clínica, dejando claro si el paciente es candidato a ventilación mecánica o no y, en caso de empeoramiento, plantear una desintensificación terapéutica destinada a evitar la futilidad.

Se deben priorizar las decisiones que permitan maximizar: la supervivencia al alta hospitalaria, el número de años de vida salvados y la posibilidad de vivir cada una de las etapas de la vida. Por lo tanto, se reitera que la edad cronológica no puede ser el único elemento y esas decisiones tienen que tomarse en función del principio coste/oportunidad, además de maximizar el beneficio del bien común -es decir, ingresar al que más se beneficie, independientemente de la edad o las enfermedades crónicas-.

Es necesario valorar la situación general, considerar la posibilidad de facilitar el retiro de la ventilación mecánica y establecer circuitos rápidos de alta a la planta de hospitalización, así como el beneficio del ingreso. Se debe actuar con la premisa de permitirle al paciente vivir plenamente la etapa de la vida en la que se encuentra.

Guías y control de infección

Las recomendaciones -relacionadas con las medidas de actuación para detectar, prevenir y controlar el riesgo de diseminación de enfermedades de contagio por contacto en residencias de ancianos- son comunes para todas las enfermedades transmisibles que comparten este mecanismo de transmisión. En ese sentido, se han considerado relevantes tanto las guías generales sobre prevención y control de enfermedades transmisibles como también las guías sobre enfermedades concretas como COVID-19.

En forma general, estas guías son consistentes en cuanto a los niveles de actuación:

  • Medidas de higiene y desinfección.
  • Implementación de acciones organizativas y precauciones estándares dirigidas a la prevención de los brotes, al igual que el mantenimiento de instalaciones y gestión de recursos materiales y humanos.
  • Adopción de planes de acción para la identificación, el control y el seguimiento de los brotes.

A continuación, SUAT Emergencia Médica comparte una compilación de las sugerencias concretas recogidas en las distintas guías con respecto a las principales acciones:

Medidas organizativas de prevención y control de la infección:

  • Designar a un miembro dentro de la institución que se encargue de planificar, coordinar y manejar la logística en relación con el control de la infección.
  • Asegurar que todo el personal, incluido el voluntario y doméstico, conozca las guías de control y tenga competencias para implementar las medidas.
  • Existencia de un procedimiento para la notificación de casos y una lista de contactos disponible.
  • Evaluación de la adecuación de recursos humanos (número, especialización y capacitación).
  • Asegurar la disponibilidad de material de protección personal (guantes y mascarilla, entre otros).
  • Existencia de un plan de comunicación interna (entre el personal y la dirección) y externa (familiares, autoridades y medios).
  • Asegurar la disponibilidad de productos adecuados de limpieza y desinfección.

Identificación de signos y síntomas:

  • Reconocer y registrar los signos y síntomas de los pacientes diariamente, incluyendo su temperatura, y mantener el historial clínico actualizado. Es importante el seguimiento, sobre todo de los pacientes de alto riesgo (encamados, diabéticos, inmunodeprimidos, deterioro cognitivo, implantes y catéteres permanentes, por ejemplo).

Higiene personal y desinfección:

  • Implementar actividades formativas para la educación de los residentes y trabajadores respecto a: higiene personal, higiene de manos, aparato respiratorio, costumbres al toser, así como también el hecho de evitar compartir toallas, peines y cepillos, entre otros elementos.
  • Colocar carteles informativos sobre las medidas de higiene personal que estén dirigidos al personal, residentes y visitantes.
  • Asegurar que todo el personal de limpieza reciba formación e información sobre la limpieza general -adecuada ventilación, filtros de aire acondicionado, limpieza y desinfección de superficies, muebles, equipos de rehabilitación, suelos, servicios, y baños-, disposición de productos de desinfección, eliminación de residuos domésticos, manejo de ropa sucia, limpieza y desinfección de utensilios -se recomiendan distintos utensilios para las diferentes zonas y servicios- y normas de seguridad alimentaria.
  • Vigilar que todos los baños cuenten con jabón, toallas de papel desechables o secadores de mano, y contenedores de residuos con tapa de apertura con pedal.
  • Asegurar la disponibilidad de productos adecuados de limpieza y desinfección.

Control de brotes:

  • Existencia de planes/protocolos específicos y su seguimiento para la prevención y el control de enfermedades transmitidas por contacto.
  • Recordatorio a todo el personal y residentes sobre las medidas de control que se adopten en cada caso.
  • Instrucciones claras y visibles sobre las medidas de protección y control.
  • Refuerzo de las medidas de higiene y desinfección.
  • Asegurarse que el personal esté entrenado para la preparación de soluciones desinfectantes y en la limpieza de superficies, muebles, equipos médicos, suelos, desinfección de mopas, paños, además del uso de distintos utensilios para diferentes zonas.
  • Evitar compartir material o instrumentos.
  • Control de stock existente para garantizar el abastecimiento de desinfectantes, entre otros productos esenciales.
  • Cribado activo de todo el personal al inicio de la jornada -autoevaluación y registro de síntomas-.
  • Identificación del personal que trabaja en múltiples instituciones para categorizar el riesgo y garantizar el cribado.
  • Existencia de un plan de contingencia en caso de bajas.
  • Control de la interacción con compradores, distribuidores y transportistas.
  • Restricción y aislamiento de todos los residentes con sintomatología en habitaciones con buena ventilación e idealmente con baño propio.
  • Restricción o cancelación de actividades grupales.
  • Reducción del número de trabajadores que mantienen contacto directo con enfermos sintomáticos.
  • Ofrecer alternativas de comunicación a visitas y adopción de medidas de comunicación para mantener a los familiares informados en caso de restricción de visitas.

Consideraciones finales

La población mayor es realmente heterogénea: sus necesidades de salud son muy diferentes, por lo que la toma de decisiones clínicas en ningún caso puede ser basada exclusivamente en la edad.

La Organización Mundial de la Salud reconoce que es la capacidad funcional el marcador con mejor capacidad predictiva a nivel individual e incluirla como parte de la valoración clínica tradicional es la mejor manera de identificar las necesidades de salud de cada persona mayor.

Teniendo en cuenta estas consideraciones es necesario realizar en forma rápida y concisa una valoración global del paciente mayor (Valoración Geriátrica Integral) que incluya: una valoración de su situación funcional con instrumentos validados de medición de fragilidad -que permita una adecuada clasificación de estos pacientes-, y la adecuación de la atención a su situación real de la “edad biológica” y no en función de su edad cronológica.

En las residencias se deben extremar las medidas preventivas: intensificar la limpieza; no efectuar actividades grupales; y servir los alimentos en las habitaciones.

Para ver la primera parte, ingresar al siguiente link.

Dr. Oscar López
Médico de SUAT

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