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27.04.2020

Actualidad

COVID-19 en los adultos mayores institucionalizados. Parte 1

La infección por SARS-Cov-2, denominada COVID-19 (Coronavirus Infectious Disease -19), es una enfermedad nueva y desconocida hasta diciembre de 2019 que ha generado una pandemia, la cual se produce en el contexto de una población envejecida. SUAT comparte toda la información necesaria para entender mejor esta realidad tan compleja que implica a los centros sociosanitarios y residencias.

La población de mayor edad es especialmente vulnerable a la infección por COVID-19 y más proclive a desarrollar procesos de gravedad más aguda. El aumento de morbimortalidad se ha asociado tanto a las comorbilidades -principalmente la enfermedad cardiovascular- como a la situación de fragilidad que conlleva una respuesta inmunológica más pobre.

Este virus provoca manifestaciones clínicas diversas que incluyen cuadros respiratorios -desde un resfriado común hasta una neumonía grave con síndrome de insuficiencia respiratoria- y sepsis. Hasta la fecha no existe un análisis detallado sobre la sintomatología en función de la edad, pero es esperable que -al igual que sucede en otras patologías- los pacientes de edad avanzada presenten con frecuencia cuadros clínicos atípicos o más inespecíficos.

Residencias y centros sociosanitarios

Los adultos mayores institucionalizados constituyen un grupo de extrema vulnerabilidad por diversos motivos; cabe agregar que en muchos casos las residencias están siendo aisladas a causa de los focos de COVID-19 y un número importante de los fallecimientos por esta infección ocurren en esos lugares.

Las personas positivas de COVID-19 en residencias de ancianos representan un problema de Salud Pública de primer orden en la actual epidemia y se debe a los siguientes factores:

  • Suelen ser individuos de edad avanzada y con síndromes geriátricos.
  • Se trata de personas con una alta dependencia física y cognitiva, además cuentan con múltiples enfermedades (comorbilidad), lo que las convierte en una población vulnerable a esta infección.
  • Viven muy próximos unos a otros y con muchos espacios diseñados para actividades grupales que favorecen la transmisión de la enfermedad.
  • Necesitan ayuda intensa y diaria para higienizarse y vestirse; en muchos casos también para realizar desplazamientos y poder comer, lo que conlleva una alta intensidad de contacto físico con los cuidadores profesionales.
  • Un elevado porcentaje padece deterioro cognitivo importante con trastornos del comportamiento y eso hace que en la práctica sea imposible evitar su deambulación, y a esto se suma la manipulación indebida de utensilios y, en definitiva, su aislamiento y la transmisión de la enfermedad a otros residentes.
  • Pueden tener síntomas atípicos y, en ocasiones, dificultad para la sospecha clínica y el diagnóstico.

Además, cabe tener presente varios condicionantes que son propios de las residencias y centros sociosanitarios:

  • La mayoría de las residencias de ancianos del país no disponen de servicio médico y enfermería: dependen de los servicios que prestan los equipos de atención primaria.
  • Los escasos establecimientos residenciales con un perfil más sociosanitario que disponen de médico y enfermería no suelen tenerlo disponible las 24 horas del día ni los siete días de la semana.
  • Aún aquéllos que disponen de médico y enfermería, no tienen acceso a la medicación hospitalaria, ni al material sanitario para la administración intravenosa o aerosolterapia, ni tampoco a los equipos de protección individual.
  • En muchos casos no se disponen de espacios para hacer aislamiento -ya sea individual o en grupos de pacientes- porque no se pueden sectorizar todos los edificios.
  • La gran mayoría de los centros no posee oxígeno en las habitaciones ni capacidad para prescribirlo, por lo que se les debe proporcionar mediante los circuitos habituales de oxigenoterapia a domicilio.

Los trabajadores de las residencias y centros sociosanitarios también tienen unas características diferentes a los que se desempeñan en los hospitales:

  • Las plantillas están mucho más ajustadas por normativa que las de los hospitales de agudos, ya que atienden a más pacientes por turno en comparación con las enfermeras de esos hospitales.
  • Existe una enorme dificultad para completar las plantillas con motivo de la escasez de profesionales, más aún en el momento actual donde se está produciendo un efecto de absorción por parte de los hospitales para cubrir las bajas que les está causando la epidemia.

Recomendaciones para el tratamiento de pacientes en centros sociosanitarios y residencias

La correcta preparación de estos centros, en referencia a la adopción de medidas y acciones necesarias para disminuir el contagio y la diseminación de las enfermedades de transmisión por contacto (gotas incluidas), se traduciría en los siguientes puntos:

  • La protección de una población altamente vulnerable y susceptible a desarrollar complicaciones graves.
  • Menor demanda de atención sanitaria especializada, como por ejemplo en unidades de cuidados intensivos.
  • Reducción del riesgo de contagio por parte del personal del centro.
  • Disminución de la transmisión de casos a los centros sanitarios o a la comunidad.

Estas sugerencias dirigidas a detectar, prevenir y controlar el riesgo de diseminación de enfermedades de contagio por contacto en residencias de adultos mayores son comunes para todas las enfermedades transmisibles que comparten este mecanismo de transmisión. Por consiguiente, hay que asegurar la concreción de las medidas mencionadas a continuación:

  • Establecer un plan de actuación único para las residencias de ancianos tanto públicas como privadas.
  • Las derivaciones al hospital de agudos de ancianos con COVID-19 provenientes de estas residencias se tienen que reducir al máximo; en todo caso, no se deberán basar en la limitación en la edad pero sí en criterios de situación funcional y pronóstico, además de ser individualizadas.
  • Los pacientes tienen que ser tratados en unidades aisladas y dedicadas específicamente a los pacientes con COVID-19, esto tiene por finalidad separar rápidamente a esas personas del resto para impedir la propagación de la enfermedad. Si no se puede aislar por unidades, entonces será preciso aislar todo el Centro.
  • Según la disponibilidad de atención médica y enfermería, así como la posibilidad de realizar un correcto aislamiento, las unidades de COVID se podrán ubicar en:

- Hospitales de media estancia, hospitales de apoyo o unidades de atención intermedia.

- Algunas residencias de ancianos con las características señaladas.

- Unidades habilitadas especialmente para la presente epidemia: alas desocupadas de hospitales de agudos, residencias acabadas pendientes de apertura, hoteles específicamente equipados, grandes espacios con el equipamiento necesario para tal fin, entre otras.

  • En todos los casos se deberá realizar una inversión urgente para aportar los correspondientes insumos, además del personal para una correcta atención de los pacientes.
  • El criterio de la derivación de enfermos desde y hacia la residencia de ancianos tiene que estar autorizada y monitorizada por un equipo con experiencia clínica y conocimiento de la situación tanto del hospital como de las residencias de cada territorio.

En una próxima edición se explicará sobre toda la información relacionada con el nivel asistencial, y también se compartirán datos de guías de infección y control de la infección.

Para ver la segunda parte, ingresar al siguiente link.

Dr. Oscar López
Médico de SUAT

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