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21.02.2024

Consejos médicos

Todo lo que debo conocer sobre la enfermedad por reflujo gastroesofágico

Se debe diferenciar al reflujo gastroesofágico (RGE) de la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE): mientras que el primero es fisiológico, la segunda es provocada por el contacto excesivo del ácido gástrico con la mucosa esofágica y esto genera síntomas -al menos dos veces a la semana durante más de tres meses en el último año, afectando la calidad de vida de la persona-.

Consiste en un motivo de consulta frecuente y la prevalencia es elevada en la población en general, pudiendo alcanzar al 30 % de los adultos. Según datos pertenecientes a un trabajo en Uruguay, la prevalencia es del 14 % y aumenta hasta el 20 % en las personas hospitalizadas.

Es más habitual en los adultos mayores y esto posiblemente se deba a factores favorecedores secundarios a la edad, tales como: la alteración de la secreción de bicarbonato de la saliva; la mala coordinación muscular de la orofaringe; la disminución de peristalsis esofágica; el enlentecimiento del vaciado gástrico; la vida sedentaria; y el uso de fármacos nocivos para la mucosa gástrica. Este grupo etario posee una prevalencia del 20 %, y se presenta de manera más grave, con mayor número de complicaciones y una alta posibilidad de esofagitis erosiva.

Se trata de una enfermedad crónica con empujes y que se caracteriza por síntomas típicos y/o atípicos. Los típicos son: pirosis -sensación quemante retroesternal ascendente- y regurgitaciones -retorno sin esfuerzo del contenido gástrico al esófago y en ocasiones a la boca-. En cuanto a los atípicos, estos incluyen: crisis de broncoespasmo -asma-; tos crónica -persiste de tres a ocho semanas-, siendo la ERGE la responsable del 10 al 40 % de los casos; laringitis; dolor torácico no cardíaco clínicamente indistinguible del dolor cardiogénico; pérdida del esmalte dental, sobre todo en la cara interna de las piezas dentarias y está acompañada por sensación de quemazón oral; disfonía; carraspeo constante; sensación de globo orofaringeo; neumonías recurrentes; apnea obstructiva del sueño; y bronquitis crónica.

Clasificación y diagnóstico

Puede presentarse con o sin lesiones a nivel de la mucosa esofágica en la endoscopia, pudiendo así clasificarse en enfermedad por reflujo no erosiva (NERD, por sus siglas en inglés) y ERGE erosiva.

En referencia al diagnóstico, éste es clínico en la mayoría de los casos debido a la presencia de síntomas típicos y/o atípicos. Actualmente, no hay una prueba diagnóstica definitiva para confirmar ERGE. De todas formas, se cuenta con varios exámenes paraclínicos que permiten acercarse al diagnóstico y que se aplican en pacientes seleccionados: los que no responden al tratamiento; ante la sospecha de alguna complicación de la enfermedad; los que tienen una historia de ERGE de más de cinco años de evolución; y los que van a ser sometidos a tratamiento quirúrgico por esa enfermedad.

Esos exámenes pueden ser:

  • Fibrogastrocopia (FGC): prueba de imagen y la primera que se debe realizar. Permite valorar la mucosa esofágica y diagnosticar esofagitis -inflamación de la mucosa esofágica-. Si bien es muy específica, la sensibilidad para el diagnóstico es baja: no existe relación entre la clínica -síntomas- y los hallazgos de la FGC. La biopsia de esófago se hace durante esta prueba, aunque su utilidad clínica es escasa por lo que no se recomienda tomar muestras de rutina excepto ante la sospecha o presencia de lesiones.
  • Manometría: estudia la motilidad esofágica mediante una sonda que mide las presiones dentro del esófago, pudiendo detectar disfunción de los esfínteres esofágicos y de la motilidad. Suele indicarse en pacientes refractarios al tratamiento para descartar acalasia -patología de la motilidad esofágica-.
  • La pHmetría: la ambulatoria de 24 horas permite determinar la exposición del esófago al ácido y establecer si los síntomas están relacionados con el reflujo. La principal limitación de este estudio es que detecta solamente reflujo ácido.
  • Tránsito baritado: la utilidad de esta técnica se ve limitada al diagnóstico de una hernia hiatal que puede favorecer el reflujo y de algunas complicaciones como la disfagia -dificultad en la deglución-.

Tratamiento

Tiene que ser individualizado y basarse en medidas farmacológicas y no farmacológicas. Con esto se buscará aliviar los síntomas, disminuir el número de episodios o empujes, curar la esofagitis si está presente y mantener su remisión.

Dentro del nofarmacológico se encuentran las siguientes acciones: evitar acostarse antes de que transcurra una hora de haber ingerido alimentos; no consumir comidas copiosas y alimentos ácidos; evitar el tabaquismo; corregir el estreñimiento; no usar prendas ajustadas; y no emplear fármacos como benzodiacepinas.

En el tratamiento farmacológico, los inhibidores de la bomba de protones (IBP) son lo de primera línea para el control de los síntomas y el mantenimiento, siendo seguros y confiables cuando están indicados; en el mercado se puede encontrar omeprazol, esomeprazol, pantoprazol, dexlansoprazol y lansoprazol -todos se deben administrar en ayunas-. Existe un grupo de pacientes que necesitará tratamiento de por vida con IBP, como son los que presentan complicaciones. En ciertos casos se puede recurrir a otros tratamientos: la colocación de un anillo magnético esofágico, la cirugía e incluso el implante de un "marcapasos" en el paciente que requirió cirugía y que persiste con síntomas.

Dr. Oscar López
Médico de SUAT

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